Thursday, January 04, 2007

"El Mercurio" Miércoles 3 de Enero 2007

Frankenstein

Señor Director:

El año termina junto con el monstruo de Frankenstein.Recuerdo haber seguido las películas de Frankenstein cuando niño y recuerdo que esperaba asustarme mucho, ya que me aterrorizaba la idea de este monstruo formado con trozos de cadáveres que acechaba en la oscuridad. También recuerdo cómo poco a poco durante la película uno empatizaba con el monstruo: éste no era tan monstruoso como parecía en un principio. Nadie lo comprendía a él ni a su naturaleza. Realmente era más una víctima que un victimario. La gente se asustaba y por eso lo odiaban y deseaban destruirlo. El verdadero culpable, el malvado de la película, si había uno, era realmente el Dr. Frankenstein, su creador.

Estos recuerdos se me vinieron a la mente al conocer la noticia de la ejecución de Saddam Hussein, condenado a muerte por sus enemigos aun antes de que dejara el poder de su país. Saddam, un desalmado criminal según algunos, la mayoría de los cuales se rigen por patrones culturales diferentes y cuya concepción del mundo es totalmente ajena a aquella que tienen los protagonistas directos de esta historia, fue también el padre del Irak moderno, el artífice de la moderna red de carreteras que cruza el país, el mecenas de las artes y los artistas que proliferan en ese país, el impulsor de la ciencia y la tecnología; fue también el protector de aquel patrimonio de la humanidad que es la ciudad de Babilonia, en la cual no se dejaba ni siquiera recoger una piedra del suelo para preservarla. Aquella maravilla del mundo antiguo donde después de su derrota, acamparon los soldados de Estados Unidos sin guardar el más mínimo respeto a la integridad de la "cuna de la civilización", no sólo de Babilonia, sino de todo el país mesopotámico.

El monstruo de Frankenstein. Quizás Saddam lo fue. En internet se pueden ver videos de cuando aún era el dictador favorito de Occidente. Donald Rumsfeld lo saludaba feliz, mucho antes de desear su eliminación. Estados Unidos lo apoyaba, armándolo, mientras fuera útil.Recuerdo la última entrevista que dio Saddam a un famoso periodista norteamericano poco antes de la invasión. En esa ocasión, su intérprete le decía al periodista: Bush dijo esto y esto otro, ante lo cual Saddam Hussein interrumpió la traducción, interpelando al intérprete y corrigiéndolo: "llámelo Presidente Bush". Caballerosidad que sus enemigos jamás tuvieron con él.En Irak han muerto más iraquíes desde la invasión de la Coalición que en todo el gobierno de Saddam Hussein.

Ahora Saddam ha muerto y me deja la sensación de aquellas viejas películas de Frankenstein: una tristeza interna, una sensación de que realmente no se ha hecho justicia, más bien venganza. Quizás no sea así, pero no puedo dejar de creer que Irak (y quizás el mundo) estaba mejor con él, que como está hoy.

José D. Salinas Huerta

Ex Inspector Jefe del Equipo Multidisciplinario de UNMOVIC
Inspector de Armamento en Irak 2001-2004